martes, 8 de noviembre de 2016

Hipster Spock


Corrieron por toda la ciudad. Después de un día y una noche aún no sabían, o no se daban cuenta, o no querían saber, contra que luchaban.
Vieron una tenue luz azulada en un local que parecía estar escondido entre las galerías del centro.
Corrieron un poco más tranquilos por la protección que les brindaban los primeros rayos solares de la mañana.
Al entrar en la tienda se dieron cuenta que no había nada de lo que la gente considera importante, pero a la vez estaba todo el conocimiento que muchos consideran inútil.
El lugar era enorme, mucho más de lo que la entada delataba. Las paredes laterales y la del fondo estaban cubiertas de libros, comics, novelas gráficas y películas además de una escalera móvil en cada una de ellas ya que tendrían a lo menos 5 metros de altura. Se notaba que el segundo piso había sido eliminado para darle más altura. También habían otras tres estanterías  más pequeñas entra las paredes, detrás de estas dos sillones que se veían bastante cómodos y una mesa redonda con seis sillas. Entre los sillones y detrás de la mesa un pequeño mesón con un computador, una silla bastante extraña y un timbre junto a un letrero pequeño que decía “Prestamos. Toque solo si es estrictamente para pedir algo” detrás del mesón se dieron cuenta que había un agujero que se dirigía a un subterráneo.
La sorpresa ya era mayúscula. Tuvieron toda la sensación de haber entrado a una especie de TARDIS, pero además no era una tienda, sino una biblioteca, una que estaba entre cafés con piernas y tiendas de carcasas para celulares, pero que además no era cualquier biblioteca, era una que parecía abarcar toda la cultura pop del mundo.
Dudaron por unos minutos sí tocar o no el timbre. El mensaje decía que era estrictamente para pedir algo y ellos no lo harían, es más ni siquiera sabían si podían hacerlo. Pero si era una biblioteca, había conocimiento y eso era lo que ellos necesitaban, saber, entender, conocer que estaba pasando en esta ciudad contaminada de algo o nada. Tocaron y esperaron.
A los pocos segundos apareció. Subió del agujero como levitando. Tendría entre 35 a 38 años. Era alto, media fácilmente más de un metro ochenta, tenía una barba prominente pero no de leñador, su pelo negro azabache era  largo y parecía preocuparse de que le cubriera las orejas pero no los ojos ya que lo tenía cortado con un flequillos que le cubría la mitad de la frente, su nariz, aunque no aguileña era grandey estaba coronada por unos anteojos de marco grueso y negro. Vestía una polera azul petróleo muy oscura que le hacían notar una pansa naciente, sus pantalones eran de tela grises y ajustados y llevaba las clásicas converse all stars negras. Miro fijamente levantando una ceja y pregunto -¿Qué desean?- Ante el mutismo del grupo se dejó caer sobre su extraña silla, la que por fin reconocieron como la silla del capitán del USS Enterprise, y volvió a hablar en un tono muy flemático.
 Es ilógico que vengan hasta aquí, toquen el timbre y no pregunten nada.
Bueno de todas maneras yo ya me iba. –

Metió la mano bajo el mesón, saco un bolso de cuero café oscuro y se lo cruzo sobre su hombro. De un cajón saco una Tablet y la puso en el bolsillo principal de aquel bolso. Notaron que en el tirante que ahora  le quedaba sobre el hombro izquierdo llevaba clavado una insignia de oficial científico de Star Trek. 
Cada día y en cada lugar la situación se volvía un poco más bizarra, ahora habían encontrado un Hípster Spock

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